lunes, 5 de febrero de 2018

SUSURROS

Ilustración: Benjamin Lacombe
Sólo existe una cosa sobre la cual ninguno de nosotros tuvo el poder de decidir y se llama nacer; venimos a este mundo sólo porque alguien más así lo quiso y es justo en ese momento cuando nacemos, que comenzamos a dejar rastros y a vivir el juego de la vida, el juego de las posibilidades, porque o respiramos o morimos y cuando  logramos respirar, dejamos un rastro, el primer hilo colgando a tu espalda, porque a pesar de haber escapado ese día de la muerte, ella tiene un pequeño camino que conduce hasta ti con el que puede susurrarte al oído...

Todos en algún momento, cuando pequeños, sentimos miedo de algo, de entrar solos a alguna habitación de nuestra casa; de subir las escaleras cuando estaba todo oscuro; de encontrar algo bajo nuestras camas, en fin… tantas cosas que sería una lista interminable. 

Esta es la historia de una mujer que algunos  conocemos, que hace mucho no vemos y que sólo hasta hoy, comenzaremos a preguntarnos qué fue lo que realmente le pasó. 

Todo comenzó una noche de octubre del año 83, eran las 9:36 pm, todo marchaba perfecto en la sala de parto, hace pocos segundos había acabado de nacer aquella hermosa niña, su madre y su padre estaban felices, el parto no había tenido complicaciones y Emma como acordaron llamarla, había decidido entrar al juego de la vida. Desde el otro lado, desde el lado que sólo unos pocos saben que existe, también habían observadores; unas criaturas que se les dice susurros, uno por cada uno de los que se encontraban presentes en esa sala y que sostenían en su garra izquierda un manojo de hilos, unos más gruesos que otros enlazados directamente a la base del cuello de aquellas personas, como si se tratara de un lazo con el que se ata a una mascota. En el mismo momento en que Emma daba su primer respiro, un nuevo susurro también había nacido, en su garra solo había un hilo que conectaba directamente a la pequeña.

Después de darles de alta del hospital, regresaron a casa; un hermoso lugar preparado para recibir a su nueva habitante decorado para una princesa. Los días pasaron y todo iba dentro de lo normal si se puede decir, la pequeña Emma lloraba en las noches y como es normal, sus padres se turnaban para ver que le sucedía y tratar de calmar el llanto. 

Desde siempre hemos creído que cuando un bebé llora debe tener hambre o algo por el estilo y que se calma porque atendimos su necesidad, pero eso no es del todo cierto, a veces un bebé llora, porque escucha un susurro, esa voz muy cerca de tu oído que no sabes de dónde viene y que a veces tampoco entiendes, así que para sentirse segura, Emma aceptaba el tetero y se quedaba tranquila en los brazos de su padre o su madre.

A la edad de 5 años Emma estuvo a punto de caer rodando por las escaleras del segundo piso, su padre alcanzó a sujetarla de un brazo y mas allá de un par de moretones todo parecía bien, aunque del otro lado, un nuevo hilo era sujetado por el susurro, desde ese momento las cosas comenzaron a cambiar para Emma; temores que antes no existían comenzaron hacerse presentes, subir sola las escalas le provocaba miedo, una voz le susurraba que al subir, podría encontrar algo que no quería ver, quedarse sola en su cuarto era como estar acompañada pero no por algo que uno quisiera, la oscuridad era peor porque se dice que los susurros pueden moverse entre sombras, sin embargo, el padre de Emma trataba de hacerle las cosas más fáciles, un día llegó a su cuarto con un atomizador de esos que se usa para la cocina y le dijo que hacía mucho tiempo cuando él también le  temía a estas mismas cosas, su abuelo le había confesado que muchos años atrás, su familia había descubierto una fórmula mágica que cuando se rociaba en el lugar, hacía que todas las cosas malas se alejaran, así que esa noche, Emma y su padre se dispusieron a rociar toda la casa, las cosas siguieron tranquilas y cuando Emma se sentía asustada, simplemente buscaba el rociador y ya todo estaba solucionado… nuevamente lo digo, es "increíble la magia que puede desprender un objeto y las cosas que te pueden ayudar a hacer, cuando realmente crees en ellos". 

Los años pasaron y Emma creció rápidamente, durante este tiempo algunos otros hilos aparecieron en la mano del susurro y a medida que se volvía mayor, Emma le restaba importancia a las cosas que sucedían, como todo adulto le buscaba una explicación lógica a cualquier evento extraño y si no la encontraba, simplemente hacía como si éste no hubiera ocurrido…. Eso es lo que hacen los adultos; encerrar en lugares recónditos de sus cabezas a los susurros, pero ellos tienen paciencia, y aguardan en los lugares oscuros de nuestra mente, en los que creíste haberlos olvidado, haberlos dejado ahí para que se pudrieran… !!Uhm¡¡ el tiempo para ellos es insignificante, tarde o temprano algo detonará la cerradura de ese lugar en que los encerraste, incluso aún los escuchamos cuando dormimos o cuando estamos solos y percibimos esa voz familiar que dice algo que no entendemos pero que nos causa escalofrío . 

Una noche, Emma despierta sobresaltada a causa de una pesadilla, realmente estaba asustada y trata inútilmente de recordar la fórmula mágica que le había enseñado su padre… así que respira profundamente y decide ir al baño a tomar un poco de agua, lavarse la cara, y regresar a la realidad. 

Pero cuando haces eso y sientes que algo no está bien, sientes que posiblemente hay algo detrás de ti esperando que veas su reflejo en el espejo y mientras levantas la cabeza, sientes cómo tu corazón se acelera, la sangre bombea, los pies tiemblan, todos los vellos de tu cuerpo se erizan; miras el espejo y efectivamente hay alguien que pronuncia tu nombre con ese tono familiar guardado en aquel lugar recóndito  que habías creado para él... y al fin entiendes lo que decía el susurro, era la fecha y la hora en la que estás parado mirándote a ese espejo. En ese momento sabes que ha llegado tu hora.


04/18 Jose F Monsalve





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